A la entrada del municipio de Carbet, en la finca Thieubert, la Destilería Neisson abrió sus puertas de par en par con motivo de las Jornadas Europeas del Patrimonio. A través de exposiciones, visitas y encuentros, el público descubrió un lugar industrial poco común, en funcionamiento desde los años 30, y un patrimonio vivo transmitido por línea familiar. Fundada en 1932 por los hermanos Jean y Adrien Neisson, la destilería sigue siendo una de las últimas destilerías independientes de la isla, anclada en Le Carbet, al pie del monte Pelée.
Un lugar cargado de historia y apego
Cuando llegas a la Destilería Neisson, el tiempo parece detenerse. En el patio, los visitantes deambulan entre puestos de artesanía, obras de arte y zonas de degustación. Para Claudine Neisson-Vernant, directora de la destilería, estas Jornadas Europeas del Patrimonio son un momento esencial:
“Nuestro objetivo es promover el patrimonio de Martinica”, confiesa, sonriente, en medio de la multitud.
A su alrededor, el entusiasmo refleja una lealtad casi emocional: “Estoy muy contenta de ver el afecto que la gente de Martinica siente por Distillerie Neisson”.
Claudine Neisson-Vernant atribuye este reconocimiento a un esfuerzo a largo plazo: la destilería es ahora la única empresa de Martinica que ha obtenido la etiqueta “Entreprise du Patrimoine Vivant” (Empresa del Patrimonio Vivo), un título que recompensa tanto la calidad del saber hacer como la tradición familiar. La destilería Neisson sigue siendo un hito importante en la memoria colectiva de Martinica.
Arquitectura patrimonial por derecho propio
Al evocar los edificios, Claudine Neisson-Vernant hace revivir la memoria del lugar. Construida entre 1931 y 1932, la Destilería Neisson conserva su chimenea cuadrada de piedra, la última de este tipo que funcionó en la isla. Está catalogada como patrimonio arquitectónico, al igual que la sala de máquinas, reconocible por sus características almenas.
En la bodega de ron blanco, la estructura metálica atornillada a mano da testimonio del ingenio de los constructores. Claudine Neisson-Vernant espera que otros elementos del lugar, como la pila de agua que data de la misma época, pronto sean reconocidos por su valor histórico.
Una empresa familiar en movimiento
Grégory Vernant, gerente de la Destilería Neisson e hijo de Claudine Neisson-Vernant, es la encarnación de la nueva generación. Para él, estos días son un puente entre tradición y modernidad:
“Hay experiencia, pero también hay saber hacer”, resume.
Los visitantes pueden ver demostraciones, hacer preguntas y charlar con los equipos. Grégory Vernant subraya la importancia de la convivencia y la proximidad:
“El Día del Patrimonio da a la gente la oportunidad de descubrir productores que no necesariamente conocen”.
Por encima de todo, le encantó la curiosidad del público, que vino tanto del norte como del sur de la isla, atraído por la autenticidad de un lugar profundamente arraigado en la cultura de Martinica, pero también por el deseo de descubrir la destilería, el pueblo de artesanos y los numerosos artesanos locales presentes para mostrar sus habilidades y promover los productos locales.
El maestro de bodega, guardián del tiempo y de los aromas
Más adelante, en el silencio de la bodega, Alex Bobi, maestro bodeguero de la Destilería Neisson, comparte con pasión los secretos del envejecimiento. Sus explicaciones cautivan al público. Habla de la madera como si fuera un ser vivo: cada especie tiene su propia personalidad, cada barrica su propio papel.
El ron envejece lentamente, impregnándose de las notas de la madera: vainilla, caramelo, café y cacao. “Cuanto más envejece, más complejo se vuelve el ron”, dice, observando cómo se filtra la luz dorada a través de los barriles.
Sus palabras reflejan la experiencia y la poesía del oficio: el tiempo, el calor y la madera juntos dan forma al alma del ron. Nada está escrito en piedra, todo se transforma. Incluso el aire y la humedad desempeñan su papel en el resultado final. En la Destilería Neisson, el envejecimiento no es una etapa, es una filosofía.
Un enfoque respetuoso con la tierra
La herencia familiar se expresa no sólo en la tecnología, sino también en el respeto por el mundo vivo. Claudine Neisson-Vernant habla a menudo de su padre, ingeniero químico antes de la era ecologista, que se negaba a quemar la caña antes de cortarla y reducía al mínimo el uso de productos químicos.
“Siempre me decía: tienes que devolver a la tierra lo que te ha dado”, recuerda.
Incluso hoy, la destilería Neisson sigue utilizando estos métodos: el bagazo y la vinaza, subproductos naturales de la producción, se reutilizan para enriquecer el suelo. Las botellas se consignan, se lavan y se vuelven a poner en circulación, un sistema sencillo pero exigente que la destilería está dispuesta a mantener a pesar de las limitaciones logísticas.
Esta filosofía también se refleja en la producción de un pequeño huerto ecológico sobre el terreno, donde crecen frutas y verduras en armonía con el paisaje. Aquí, nada se pierde: todo lo que procede de la tierra vuelve a la tierra. Con el paso de las generaciones, la Destilería Neisson ha convertido este respeto por la naturaleza en una auténtica firma.
Sobre todo, una historia colectiva
Al final del día, la luz cayó sobre las viejas piedras, y la destilería se llenó de una rara dulzura. Para redondear las Jornadas del Patrimonio por todo lo alto, Victor O ofreció un concierto. Un feliz Grégory Vernant resumió el espíritu de los dos días:
“Estamos impacientes por repetir el Día del Patrimonio el año que viene.
El Patrimonio no es un escaparate, es un soplo de aire fresco. Los visitantes se van con la sensación de haber tocado algo real: una empresa donde la memoria, la familia y la tierra son una sola cosa.
En este lugar donde cada generación añade su piedra, las Jornadas Europeas del Patrimonio adquieren todo su significado: el de una transmisión viva, arraigada en la realidad, impulsada por la pasión y la lealtad a la tierra.